Hemos estado visitando mis amigos de escuela y colegas de la iglesia y amigos de mis padres en Perú y Chile. Hasta el momento hemos visitado Lima, Reserva Nacional Paracas, Concepción, Temuco.
Paracas
Lima
Lo más inesperado ocurrió en Conce. En 1991, después que nuestra familia viniera a Concepción, estábamos pasando nuestra primera navidad (en el hemisferio sur también, que fue una experiencia única) en Chile.
Fuimos al culto de noche de navidad, y a mis padres (quienes son misioneros evangélicos) les sorprendió que el culto terminara tan temprano, a comparación de cultos en Corea donde el culto empieza como a las 10pm y termina pasado medianoche. Mi papá preguntó si habría culto de mañana de navidad, tipo 25 de diciembre a las 10am, como lo hacían en Corea. “No, aquí no tenemos culto de mañana de navidad, pero vamos a ir de picnic en la tarde”, le dijeron.
Regresamos a la casa, y tipo a las 11:30pm ya estábamos por dormir, cuando de pronto sonó el timbre.
Era la abuelita vecina, quien vino a preguntarnos si íbamos a tener la “cena navideña”. Como no teníamos ningún plan, nos invitaron a unirnos a ellos en la cena navideña de medianoche. Fue una experiencia mágica, recuerdan mis padres. Un milagro navideño. (Yo era cauro chico y no me acuerdo de nada de ese entonces)
Después nos mudamos a Santiago en 1994, y en 2003, mis padres habían salido del país para comenzar su nuevo trabajo como misioneros en Perú.
Hace un par de días (1 de enero del 2025) regresamos a San Pedro en Concepción para tratar de encontrar nuestra casa antigua, para repasar los recuerdos. “Mira Yongho, había una abuelita que nos invitó para cenar en navidad”, me decía mamá. “Papá crees que todavía estén allá, al lado de nuestra casa antigua?”, “No creo”.
Al rato encontramos la casa antigua como a las 10am, aunque no estábamos seguros exactamente de cuál era. Era o una de la izquierda o derecha. Pasamos unos 10 minutos al frente de la casa, discutiendo entre nosotros tratando de ver si nos acordábamos. De pronto se asomó una señora por la ventana del segundo piso, y nos miró con confusión. “Ah buenos días señora, resulta que vivimos aquí 30 años atrás y estábamos tratando de encontrar la casa antigua..”. “Disculpe joven, yo me mudé sólo hace 8 años, no le puedo ayudar”, respondió ella y cerró la ventana.
Unos minutos después, otra señora se asomó desde otra casa. Le expliqué lo mismo, y ella estuvo taciturna por unos minutos, seguido por: “Pablo…?” “Pablo… eres tú? Y allá, Marta, Timoteo? Dónde está David?”
Marta, Timoteo, Pablo y David eran nuestros nombres en castellano. (David es mi hermano)
Wow! La abuela falleció hace unos años, pero la señora que apareció era la hija de la abuela, y nos invitó adentro y pasamos una hora hablando de los recuerdos que tuvimos juntos. Un segundo milagro navideño… bueno navideño un poquito atrasado, típico, pero navideño en todo caso.